Anima Mundi

“Dado que la naturaleza del mundo ideal es sempiterna y esta cualidad no se le puede otorgar completamente a lo generado, procuró realizar una cierta imagen móvil de la eternidad y, al ordenar el cielo, hizo de la eternidad que permanece siempre en un punto una imagen eterna que marchaba según el número, eso que llamamos tiempo.“ (Platón, Timeo o de la Naturaleza).

El concepto de “Anima Mundi” o “Alma del Mundo” surgió en la filosofía griega para designar la totalidad del universo concebido como organismo o la forma de este universo.

Platón explica el origen del Alma del Mundo como la mezcla armónica por el Demiurgo de las ideas y la materia: el cuerpo del mundo está envuelto por su alma y a la vez, el alma del universo se halla entrelazada por doquier desde el centro a los extremos del universo.

Cuando Platón describe la fabricación de las proporciones del Alma del Mundo por el Demiurgo se basa series relaciones numéricas sobre las cuales se construyen los intervalos musicales: la razón 1 a 2 (razón doble) corresponde a la octava; la razón 2 a 3 (hemiolia) a la quinta; la razón 3 a 4 (epitrito o sesquitercio) a la cuarta; finalmente, la razón 9 a 8 (sesquioctava) al tono.

En esta pieza, el epicentro o núcleo del alma lo representa el Gong en F sostenido. A su alrededor se sitúan equidistantes otros dos gongs que representas las proporciones del Anima Mundi en forma de intervalos (la cuarta y la quinta). A su vez, la electrónica procesa los instrumentos en tiempo real, siguiendo las relaciones numéricas descritas anteriormente.

Todo ello queda suspedindo en una especie de “tiempo inmóvil”, la eternidad del alma que avanza en proporción numérica a su forma.