Topografía de un paisaje imaginario

Escrita para el cuarteto Diotima, es una obra que utiliza los contornos de las melodías y armonías para recrear otras “superficies”, con gestos, articulaciones y efectos que se convierten en los protagonistas del “paisaje”, relegando los elementos tradicionalmente “cantabiles” a un segundo plano. Esta obra hace un quiebre en las preocupaciones e intereses del compositor; la escritura de la partitura, que se presenta mayormente en bloque, desplaza aquí a las polifonías y ritmos complejos y llevan la pieza a una exploración tímbrica  que se “sumerge para fotografiar sonoramente” otros paisajes. La virtuosidad en la escritura sigue presente pero se centra en el dominio de la interpretación de los efectos y cambios súbitos de sonoridades para recrear algunos “terrenos”, antes no escuchados en obras de cuerda, como el vibrato de puente o la resonancia de pizzicato.